divendres, 18 de març del 2011

Mercado negro

Wikipedia, esa enciclopedia a la que una pone reparos, pero acepta por necesidad, indica: “El término estraperlo o straperlo es usado en España para referirse al comercio ilegal de bienes sometidos a algún tipo de impuesto o tasa por el Estado. Por extensión, es una actividad irregular o intriga de algún tipo, y se usa como sinónimo de mercado negro. A quien practica el estraperlo se le llama estraperlista”. Demos por válida esta definición, para contar el siguiente capítulo de esta historia.
Elena tenía fiebre. “Une fièvre de cheval”, diría el médico de Dingé. Paños humedecidos, leche caliente, hierbas varias, no le sacaban de aquel estado. Josefina no sabía qué hacer. Vicente estaba en el bosque, talando árboles, escondido frente al acoso alemán en el norte de Francia.
-¡No pasará nada!-le dijeron los otros refugiados españoles en aquél pueblo perdido de la Bretaña francesa. -Mañana en Rennes habrá alimentos para tus hijos, y tal como está el patio, y cómo nos están tratando los franceses, esto sólo significa mirar por nuestros propios intereses, ¡nada más!-
Elena soñaba: manzanas, árboles, su amiga Joelle…Porqué no podía coger la manzana del árbol de Monsieur Rébihard? Total, todos eran familia, y los manzanos se veían hermosos detrás del murete. Joelle decía “Tu vas me trahir, j’en suis sûre”. Entonces aparecía la “maîtresse” y le decía en tono amenazador: ¡la petite espagnole doit bien se comporter!” Y ella seguía pensando en la manzana roja que había visto en el jardín de Monsieur Rébihard…
Vicente pensaba en la mantequilla salada. Esa mantequilla que se hace únicamente en Bretaña y que permite,- hum!!-mezclar lo dulce y lo salado y saborearlo a un tiempo. ¡Qué buenos eran estos franceses para la comida!
“¡40 degrés! Cette petite est très malade, il faut la soigner rapidement! Se alarmó el médico. Josefina le despidió después de que le dejara la medicación prescrita.
Acto seguido se fue a casa de los Arcús, los españoles que montaban el dispositivo para ir al día siguiente a Rennes.
-No podrá ser!-les dijo- mi hija tiene mucha fiebre y no puedo dejarla.
Juan Arcús se quedó de piedra: “Ven con nosotros, Josefina, ¡alguien puede cuidar de la niña! ¡Es la única manera de conseguir alimentos! ¿No has visto como nos tratan? Esta es la única manera de que podamos tener dignidad. Si los franceses no nos ayudan, nos ayudaremos nosotros.
-No, dijo Josefina. Lo siento, pero no puedo ir, le dijo al cabeza de familia.
Llegó a casa pensativa.
-¡Si no puede ser, no puede ser mujer! dijo Vicente, pensando en la mantequilla, la mermelada, y el embutido que intuía allí sería fácil de conseguir. ¡La cría es lo primero!
Al día siguiente hubo redada en Rennes, y los españoles acusados de estraperlo fueron llevados, según se rumoreó en el pueblo, a campos de detención con destino poco claro.
Vicente siguió soñando con la mantequilla salada y a Elena..., bueno, a Elena se le pasaron las pesadillas de momento gracias a la ayuda de su amiga Joelle.

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