dissabte, 19 de febrer del 2011

La guerra no tenía conciencia de serlo

La guerra no tenía todavía conciencia de serlo, ni de lo que iba a comportar. Los milicianos iban y volvían del frente cuando lo consideraban oportuno.

A los trece días del nacimiento del hijo de Josefa, el 28 de noviembre de 1936, la quinta del 31, la de Vicente, fue llamada a filas. Se presentó en el cuartel y empezó su movilización hasta el final de la guerra. Su primer destino, en bando nacional, fue el frente de Santa Quiteria. El frente de Santa Quiteria debe su nombre a una ermita, situada en lo alto del pueblo de Tardienta, en Huesca. De estilo neogótico, fue destruida durante la Guerra Civil. El altar mayor está presidido por Santa Quiteria, San Nicolás y San Roque. La vista que se ofrece desde allí permite ver todo lo que se mueve desde el sur y el este, zonas del asalto republicano.

Hacia el mes de diciembre, Vicente fue enviado a Biescas, donde conoció al sargento Ballarín, que, viviendo en Francia, vino a luchar en la guerra española, aunque, después de varias conversaciones, dedujo, no sabía bien a que había venido. Desde el principio, Vicente se encontraba a disgusto en esta lucha, no sólo por sus ideas republicanas, sino también por la estructura de las filas en las que le había tocado servir.

Estos eran los movimientos y sentimientos que se daban en el famoso frente aragonés, allí donde la guerra civil, junto con Cataluña, tuvo la máxima expresión de una guerra fratricida. Entre familias, hermanos, primos, vecinos, el miedo a la represión, la llamada a filas o el encarcelamiento, se desarrollaba una de las actitudes más crueles y destructoras pero también más humanas: la delación. Todos debían optar por uno u otro bando para no ser presa del otro. Pero en el frente, el enemigo se diluía, y los soldados no sabían bien contra que luchaban. En lo que al frente real se refería, sobre todo al republicano, reinaba la confusión y no existía liderazgo ni capacidad de unión:
"Hacia octubre el frente, más o menos continuo, iba desde la cuenca del Alfambra, en el sur, hasta el Pirineo; las fuerzas que cubrían el frente por el lado republicano no eran muy coherentes ni estaban bien dotadas de armamentos; por su parte, la V División, aunque reforzada y mandada por Manso de Zúñiga, se limitaba a impedir penetraciones en Huesca y sector Pina-Osera. La vida se organizaba en ambas retaguardias de este Aragón partido en dos. En las zonas que teóricamente quedaban bajo la jurisdicción del Estado republicano, las columnas militares de la C.N.T. convocaron a los campesinos de las localidades de sus sectores y condicionaron la creación de colectividades, a veces agrarias, y otras de la vida local total; si muchas colectividades respondían a la voluntad de aquella población rural, hubo otras formadas por el temor a las armas. También un Consejo Regional de Aragón fue formado por iniciativa de una asamblea regional de la CNT, y presidido por Joaquín Ascaso, se instaló en Fraga a mediados de octubre de 1936. Este organismo casi independiente fue creado sin contar siquiera con el Comité Nacional de la C.N.T. ni con el gobierno, en el que eran ministros cuatro militantes de la misma central sindical. Sin embargo, en noviembre este Consejo fue «institucionalizado» y reconocido por Largo Caballero, jefe del gobierno; participaron también en él, aunque con carácter minoritario, socialistas, comunistas y republicanos. Sin embargo, el Consejo siguió gobernando a su libre arbitrio; en febrero de 1937 organizó en Caspe el Congreso de la Federación Regional de Colectividades. De hecho, todo el poder continuó en manos del anarcosindicalismo".(1)
(1)Beevor, Anthony: “la Guerra Civil Española”, Editorial Crítica, 2005

1 comentari:

  1. Estos capítulos de nuestra reciente historia son realmente muy interesantes. En una época en la que se olvidan los azares de nuestros padres y abuelos,es conveniente ir atizando las neuronas de la memoria.
    Un saludo.

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