divendres, 18 de febrer del 2011

Por fin era domingo

Aquesta és la historia d’uns amics meus. Una historia més sobre la guerra civil que va patir aquest país, i sobre les conseqüències que va tenir. Estarà etiquetada com a “Fem memòria” al meu blog, anirà en forma d’episodis, i sí, forma part de la meva vida. L’escric per diverses raons, en homenatge principalment, però també per si és capaç de despertar consciències. També t’he de dir que està escrita en castellà perquè així és com la vaig sentir i estimar. Però com que no és més que una de les moltes històries que van patir homes i dones del país durant quaranta anys, en descric les escenes que crec que poden ser més útils per tal que un lector del segle XXI entengui les conseqüències de les guerres. Per si pot contribuir…gràcies i benvinguda sigui la teva lectura.


Por fin era domingo…

Por fin era domingo. Iba a pasar el día con su marido, después de una dura semana de trabajo. El bebé pesaba, Josefa ya estaba de seis meses. Y en Zaragoza hacía un calor sofocante, el sofocante domingo 18 de julio de 1936.
Aquella mujer fuerte, la pequeña de siete hermanos de los que sólo quedaban dos con vida, con el pelo color castaño (casi rubio!!, se decía ella y decía ella a sus amigas), esperaba su primer bebé un año después de casarse con Vicente, el hombre que yacía al lado en su cama. Huérfano, aunque con dos hermanos de un posterior matrimonio de su padre, era conocido en el pueblo como el sobrino de la tía Pabla, la carnicera. Un mocetón alto y moreno, que con el bigote fino y bien recortado que su mujer le había aconsejado dejarse, tenía un aire a artista de cine que le hacía irresistible.
Por fin domingo!, pensó él, y a su pensamiento se acopló un sonido de sirenas cruzando la calle.
Josefa se levantó todo lo rápido que le dejaban las piernas, y se puso la bata. Café y tortetas para desayunar.
-Que pasa?
Cogió la jarra para la leche y se dirigió a la puerta, la abrió, y bajó los escalones del principal hacia abajo. A eso de las diez pasaba la mujer del lechero, con los bidones de leche recién ordeñada en un carro, arriado por una mula.
Allí estaba.
-¿Sabes lo que ha pasado Josefa? dijo la lechera, “Franco se ha sublevado contra la República, Zaragoza está tomada por los militares, hay carros de combate y cañones en la plaza de la Independencia”
A Josefa le faltó el aire. En el espacio de segundos le pasaron los peores pensamientos por la cabeza. Sabía que las cosas no iban bien, pero las sirenas, el calor, el bebé, la lechera,…
-Ah, vaya! –dijo, con la cara desencajada- dame un litro y quédate la vuelta. Le extendió unos céntimos con la mano.
- Esto va a ser muy gordo! La lechera rió y arreó a la mula por la calle de la Cadena con destino al Coso.
Subió los escalones hasta el principal y allí estaba Vicente. Con los tirantes todavía a la altura de sus pantalones de domingo, y con media cara cubierta con la espuma de afeitar.
-¿Desayunamos? ¿Has oído el ruido de las sirenas? ¿Qué habrá pasado?, dijo mirándola. Hacía días que Vicente estaba preocupado. Está demasiado pálida- se dijo- está embarazada, sí, pero está demasiado blanca…
-La lechera me ha dicho que los militares han tomado Zaragoza, dijo Josefa, Franco se ha sublevado.
-No será nada, tranquila, respondió.
Vicente fue hacia la cocina, y cogió la cafetera.

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