dijous, 31 de març del 2011

El nacimiento de Gerardo.

Noviembre de 1936. Era una noche oscura en la calle del Coso. Alguien alzó la mirada hacia la ventana con la luz encendida. Se oían chillidos.
Arturo Morera lo relata: Oía los chillidos de Josefina en la habitación de al lado. Corredizas para arriba y para abajo, habían venido las vecinas.
Este niño viene con la toma de Madrid! Dijo el médico. La toma de Madrid era evidente. Poco les faltaba a los nacionales para conquistar la capital si se organizaban bien.

dimecres, 30 de març del 2011

Frío, mucho frío.

Josefina calentaba sus manos y se las ponía en la barriguita a Gerardo como podía. También le soplaba con su aliento caliente.
-Dos añitos y medio…se decía. Ole, ole, mi niño ya crece. Y Vicente?
En el campo la vida continuaba. Las mujeres le decían todo lo que tenía que hacer: Si le sube la fiebre cúbrelo con paños calientes! Mira a ver como tiene el pene! a lo mejor le hace falta una operación! L e has mirado las mejillas? Las paperas son lo más común…No, perdona, el sarampión quiero decir…
Poco a poco, se decía ella, poco a poco.
-No sé de donde ha venido esto. A quien le toca?
Aurora tenía un papel en la mano.
-“Voy a pasar a Francia”! Menuda estupidez…
-De quien es eso?, algún inútil que nos ha dejado un anuncio? Dijo Paca. Paca llevaba unos meses en el campo. Deseaba que por lo menos la trasladaran a Argelès, un campo que tenía eco en todas partes, y avecinaba grandes cosas, no en el que ella estaba.
Aurora calló. No le gustaba que sus subordinadas le hicieran la pelota.
-Bien-dijo-en todo caso, que se sepa que ha llegado una carta de un tal Vicente que dice que va a pasar a Francia.
Josefina volvió a respirar.

La Carta

En enero de 1939 el tiempo era cálido. Vicente notaba que algo estaba cambiando. Después de su puesto como oficial de la República, y de instructor en el cuartel de Sant Cugat, sabiendo que sólo quedaba Madrid por defender, y que su hermano ya formaba parte de los requetés, había que actuar rápido. Antes de pasar a Francia tenía que tenerlo todo mínimamente controlado. Sabía que Josefina estaba escondida con Gerardo en algún lugar del sur de Francia. Francia, la única solución. El sargento le había dicho que tal vez por carta podría tener alguna información de donde paraba su mujer. La escribió.
“Voy a pasar a Francia. Espero estéis bien tu y el niño. Te quiero. Un abrazo”
Se la dio al sargento.
-Comandante, la entregaré en cuanto llegue.
El sargento tuvo problemas. La nieve cubría casi todo el camino. Cruzar la frontera fue toda una odisea: controles, mal tiempo, enemigos…
Llegó al campo.
-Tengo una carta para una refugiada-dijo-
-Hay muchas refugiadas aquí, déjala y nos haremos cargo de ella.
Al sargento no le gustó la idea.
-Se perderá…Será mejor que la deje en algún sitio menos visible.
Detrás de la alambrada, con una piedra sujetándola!!! Pensó.
Dicho y hecho. –A Josefina-, decía la misiva.
Contento de haber cumplido la misión del comandante, empezó a pensar como volver al cuartel.

divendres, 25 de març del 2011

Les medicines alternatives: sortir del coll d’ampolla de la sanitat

Entre tot el soroll que estem sentint durant aquests temps convulsos, n’hi ha un de molt preocupant: el debat sobre què fer amb la sanitat al país.
És un debat fonamental perquè afecta a tots els sectors de població, però a cadascun d’una manera diferent: n’hi ha que proven de buscar sortides al col•lapse de la sanitat augmentant la contribució dels pacients, n’hi ha que creuen que una sanitat pública i a l’abast de tothom és la única solució i no hi volen renunciar, i n’hi ha que només veuen solució en les mútues.
Crec que aquest és un debat massa polaritzat per tot el que ens hi juguem, i que en canvi té a veure amb la responsabilització de les persones sobre la seva salut.
Quan temps més podrem seguir pressionant un sistema que està baixant de qualitat i que no ofereix noves sortides per a les malalties que patim al segle XXI?
Hi ha altres debats que hem d’afrontar i com a mínim dos d’ells poden tenir ara per ara una solució en la legalització i ordenació de les teràpies alternatives: els genèrics front als medicaments de marca, les llistes d’espera i com reduïr-les. La trajectòria i importància de les medicines alternatives a Catalunya ha crescut en els darrers anys i aquesta nova manera d’entendre la salut s’exten a amplis sectors de població perquè funciona. L’acupuntura, la homeopatia, la bioenergètica, i altres tipus de teràpies són utilitzades cada cop per més persones en aquest país, i necessiten a més créixer per a poder seguir donant resultats. Però segueixen sense tenir un reconeixement públic i polític que els hi doni un espai adequat.
D’entrada l’homologació d’estudis d’aquestes medicines és una assignatura pendent a Catalunya, i constitueix un fre important a un desenvolupament responsable i ordenat. En segon terme, crec que el debat polític sobre aquest tema, tímidament tractat al Parlament de Catalunya, s'hauria de centrar en la salut com a referent i no en la sanitat com a sistema. Els polítics hi tenen una gran responsabilitat i cal que ara comencin a parlar amb serietat sobre aquesta qüestió i busquin els referents necessaris a Europa i al món sobre com oferir alternatives a la salut de la població davant d’un sistema col•lapsat. Les persones hi tenim molt a fer també per tal de donar a conèixer els avantatges d’aquestes medicines i assumir-les com a part de la nostra manera de fer salut.

dilluns, 21 de març del 2011

Y cómo fueron a parar allí?

El camino de la vida desde un Aragón en un estado español atrasado, arraigado a lo que da la tierra, lo bueno y lo malo, hacia una Bretaña moderna, secular y laíca en una Francia dividida entre los que quieren paz a cualquier precio y los que defienden ante todo derechos, a caballo entre una guerra civil interna y una guerra mundial, es digno de contar, más que nada por mostrar lo que significa una guerra en cuanto a desenraizamiento y pérdida del sentido de la vida. No sé hasta que punto una guerra por la libertad justifica el dolor que implica para los que la viven. Creo, por lo que se me ha relatado, que hay que pararse antes y pensar como mínimo en cuales serán las consecuencias de ese enfrentamiento, y si seremos capaces de encontrar soluciones para esas pérdidas. Eso, si no hemos sido capaces de encontrar alternativas a ese enfrentamiento.
Vicente cambió de bando. La radio clandestina que Josefina podía escuchar, ese abril del año 37, así lo confirmó. No se lo pensó dos veces: "hay que fusilar a unos prisioneros", le dijo el sargento.

divendres, 18 de març del 2011

El florecer de los árboles

Dingé es un pequeño pueblo pequeño, perezoso, situado a 35 kilómetros al sur de Rennes, en la Bretaña francesa. Un lugar casi idílico, si no fuera por las tormentas, la influencia de la marea alta y el carácter adusto. El pueblo en cuestión no tiene mar ni montaña, pero se deja llevar por las tendencias. Tiene una calle empedrada que surca la carretera hacia el Norte. A los lados de esa misma carretera se encuentran el farmacéutico, el enterrador, el panadero, el café…y poco más. Los otros víveres se consiguen por solidaridad y trueque.
Allí fueron a parar los Pena, una familia de refugiados españoles, venidos del exilio de una cruel y devastadora guerra civil. La guerra se lo había quitado todo: posibilidades de trabajo, soporte familiar, recuerdos, amigos, idioma y ganas de vivir en general. Estaban derrotados.
Pero eran tres y se salió adelante.
Ese mes de marzo de 1939 la vida parecía que volvía a tomar sentido. Sólo con ver florecer los árboles había bastante para seguir.
Enseguida encontraron trabajo, porque la guerra necesita manos. Josefina empezó como limpiadora en casa del notario, y Vicente entró a trabajar talando árboles para las fábricas industriales. Así, escondidos, a salvo de represalias y con el pequeño Gerardo correteando con dos años y poco, empezaron a reconstruir su vida.
Los rumores no eran sin embargo nada esperanzadores. Hitler estaba sopesando cómo materializar sus ansias de poder en el conjunto de Europa, y en España la división al interior del bando republicano era tan evidente, y la fuerza de los nacionales tan clara, que la rendición de Madrid, último bastión de la República, era un hecho consumado.
Los paseos en bicicleta por "l’étang du Boulet", el camino al lado del río donde los árboles empezaban a echar su flor, eran lo único que alejaba los malos pensamientos de la cabeza del Señor y la Señora Pena en aquella primavera de 1939.

Mercado negro

Wikipedia, esa enciclopedia a la que una pone reparos, pero acepta por necesidad, indica: “El término estraperlo o straperlo es usado en España para referirse al comercio ilegal de bienes sometidos a algún tipo de impuesto o tasa por el Estado. Por extensión, es una actividad irregular o intriga de algún tipo, y se usa como sinónimo de mercado negro. A quien practica el estraperlo se le llama estraperlista”. Demos por válida esta definición, para contar el siguiente capítulo de esta historia.
Elena tenía fiebre. “Une fièvre de cheval”, diría el médico de Dingé. Paños humedecidos, leche caliente, hierbas varias, no le sacaban de aquel estado. Josefina no sabía qué hacer. Vicente estaba en el bosque, talando árboles, escondido frente al acoso alemán en el norte de Francia.
-¡No pasará nada!-le dijeron los otros refugiados españoles en aquél pueblo perdido de la Bretaña francesa. -Mañana en Rennes habrá alimentos para tus hijos, y tal como está el patio, y cómo nos están tratando los franceses, esto sólo significa mirar por nuestros propios intereses, ¡nada más!-
Elena soñaba: manzanas, árboles, su amiga Joelle…Porqué no podía coger la manzana del árbol de Monsieur Rébihard? Total, todos eran familia, y los manzanos se veían hermosos detrás del murete. Joelle decía “Tu vas me trahir, j’en suis sûre”. Entonces aparecía la “maîtresse” y le decía en tono amenazador: ¡la petite espagnole doit bien se comporter!” Y ella seguía pensando en la manzana roja que había visto en el jardín de Monsieur Rébihard…
Vicente pensaba en la mantequilla salada. Esa mantequilla que se hace únicamente en Bretaña y que permite,- hum!!-mezclar lo dulce y lo salado y saborearlo a un tiempo. ¡Qué buenos eran estos franceses para la comida!
“¡40 degrés! Cette petite est très malade, il faut la soigner rapidement! Se alarmó el médico. Josefina le despidió después de que le dejara la medicación prescrita.
Acto seguido se fue a casa de los Arcús, los españoles que montaban el dispositivo para ir al día siguiente a Rennes.
-No podrá ser!-les dijo- mi hija tiene mucha fiebre y no puedo dejarla.
Juan Arcús se quedó de piedra: “Ven con nosotros, Josefina, ¡alguien puede cuidar de la niña! ¡Es la única manera de conseguir alimentos! ¿No has visto como nos tratan? Esta es la única manera de que podamos tener dignidad. Si los franceses no nos ayudan, nos ayudaremos nosotros.
-No, dijo Josefina. Lo siento, pero no puedo ir, le dijo al cabeza de familia.
Llegó a casa pensativa.
-¡Si no puede ser, no puede ser mujer! dijo Vicente, pensando en la mantequilla, la mermelada, y el embutido que intuía allí sería fácil de conseguir. ¡La cría es lo primero!
Al día siguiente hubo redada en Rennes, y los españoles acusados de estraperlo fueron llevados, según se rumoreó en el pueblo, a campos de detención con destino poco claro.
Vicente siguió soñando con la mantequilla salada y a Elena..., bueno, a Elena se le pasaron las pesadillas de momento gracias a la ayuda de su amiga Joelle.

dissabte, 12 de març del 2011

Josefina tomó aire

Josefina tomó aire. El 29 de mayo de 1940 le pareció una fecha preciosa. Llena de primavera y de luz. Y es que la luz y los campos tenían ese calorcito agradable, donde la naturaleza se disponía a dar sus primeros frutos. En Combourg, pequeña localidad de la Bretaña francesa, ese era el ambiente que se respiraba, a pesar de que, sin lugar a dudas, Europa se estaba convirtiendo en el escenario de una guerra que iba a ser mundial, e iba a costar la vida de millones de personas.
Combourg es un pueblo pequeño, sembrado de bicicletas y dominado por un castillo espectacular. Por lo demás es normal, es decir que tiene sus “épiceries”, “poissonneries”, y otros servicios que los nativos del lugar cultivan con cariño, ya que allí, además, había vivido uno de los grandes escritores que Francia admiraba con devoción: François-René, vizconde de Chateaubriand, según nos dice wikipedia, ese instrumento que, reconozcámoslo, nos saca actualmente de unos cuantos apuros. Sólo indicaré aquí que fue un hombre que fluyó del liberalismo al conservadurismo, al servicio de la política, y que, después de una vida bastante convulsa, pero tal como había pedido expresamente en su testamento, fue enterrado en la isla de Grand-Bé, un lugar al que sólo puede accederse a pie desde Saint-Malo cuando baja la marea.Acontecimiento digno de análisis y tal vez aviso para navegantes en los tiempos que corren.
La cuestión, a efectos de este escrito, es que la enfermera del pequeño hospital de la comunidad no estaba muy asustada, aunque el bebé de la refugiada daba problemas. El pequeño hospital de Combourg acogía ya a soldados que luchaban en los frentes abiertos por el nazismo. Todavía no eran muy dramáticas las consecuencias y todavía no se habían producido las desgracias que afectarían a Francia en los siguientes años. Pero en el ambiente se percibía cierto desasosiego por lo que pudiera pasar en los frentes.
Tal vez por eso la enfermera se tomó con calma que Josefina gritara con tanto pavor, y tener que sacar más paños de lo normal…Hasta que vio a la niña:
Elena - así le había dicho la refugiada española que se llamaría el bebé en caso de ser niña-,era grande, morena, guapísima, y lloró. Lloró mucho. Una muñequita, con las manos grandes, con los pies pequeños, inconsciente de un exilio forzado y de un destino marcado por los acontecimientos de la segunda guerra mundial. Josefina tomó aire.
Tomó aire y recordó como había conseguido llegar hasta allí. El inicio de la guerra, algunas sensaciones de triunfo poco duraderas para llegar a la derrota. Y finalmente la huída. La huida a través de campos de refugiados que finalmente le conducían a una nueva vida. Había peleado, y mucho, y su niña respiraba.

Una nova oportunitat

La sensació de pessimisme que ens envaheix afecta tots els nivells de la nostra vida quotidiana: xarxo-social, personal, laboral, política...
Crec sincerament que hem de trobar la manera de superar aquesta situació. No comptem amb eines a curt termini, ni amb píndoles que facin canviar les coses d'un dia per l'altre. Però sí que ens hem de preguntar si els patiments que tenim són nostres o si estem carregant, sense ser-ne conscients, amb el dolor d'altres.
Crec que la primavera és un bon moment per plantejar-se tot això, perquè d'aquí uns dies, oh meravella!, tot començarà a créixer de nou, però el dolor de néixer s'ha de passar. La primavera és el millor moment de l'any i a Barcelona les pluges ens estan preparant aquest terreny.
Nosaltres seguim en el nostre hivern, però el cos i la ment saben ja que tenen una nova oportunitat i busquen el nou moment. Mica en mica, no cal córrer, és millor gaudir de la transició, perquè l'any que vé, quan ens hi tornem a trobar, les memòries físiques, mentals i emocionals ens ajudaran de nou a fer el pas.

dimecres, 2 de març del 2011

Gràcies doctor

A La Vanguardia d'avui he llegit que havia mort el Doctor Ramon Gajo, un cirurgià que va acompanyar molts malalts en el seu camí de dolor, entre ells la meva mare en el seu calvari contra el càncer, el qual al final va vèncer, no us penseu, tot i que s’hi va deixar la vida.
El Doctor Gajo la visitava en un gran despatx, decorat a l’antiga, amb un llum suau, pots de farmàcia a les prestatgeries, llibres de medicina escampats per tot l’espai, i música, molta música clàssica: des d’òpera fins a quartets de corda, passant per simfonies i requiems…Un soroll que segurament el devia ajudar a passar el tràngol de dir-li a una persona que el seu temps s’acabava.
Aquell caliu i sobretot la seva personalitat feien que cada vegada que hi tornàvem, per molt que la noticia fos pitjor que l’anterior, la malalta se sentia segura, com protegida per una mà que li prometia que la vida continuaria. I de retruc l’acompanyant sortia amb una mica més de forces per allargar l’alè de vida que quedava.
Un home petit, amb una mirada negra profunda, intel•ligent, d’una intel•ligència que només podia provenir, crec jo,de l’amor que tenia per la seva feina i de la seva fe en Déu. Quan llegia un informe que no li agradava, la mirada se li encongia un moment, expulsava el fum de la seva cigarreta amb filtre i feia algun comentari com ara “Sembla que fa més fred aquesta setmana, oi? Allò era l’avís, l’alerta prèvia i un crit a la concentració perquè el següent que diria seria la manera en que havíem de continuar la lluita.
Quan algú el contradeia en les seves opinions o hi havia una urgència, no es posava nerviós. Mirava cap endavant com si a l’horitzó hi fos escrita la resposta. La resposta d’un home culte, professional però a més un home amb una capacitat d’estimar el seu pròxim com poques persones. Amb dolçor, amb amabilitat, era capaç de reconduir la notícia,donar suport i anunciar el següent pas, tot d’una.
Si explico això és perquè de vegades em trobo amb gent a qui se li ha dit directament a la cara: “vostè té un càncer, farem quatre sessions de quimio; això no és res”; o en canvi gent de qui te n’enteres que ha mort “després d’una llarga malaltia”. Són maneres diferents de fer front a allò a que tenim por. No crec en els extrems sinó en les persones i en allò que necessitem en cada moment, i en casos com aquests, això sí que us ho puc ben assegurar, la manera de dir les coses, d’acompanyar les persones, es torna igual d’important que la malaltia.
Benvinguda sigui la lluita contra el càncer, els avenços tecnològics, però també, perquè no, la marihuana per calmar el dolor a aquelles persones que pateixen, o el silenci per a aquelles que no volen saber a què s’enfronten. Però per damunt de tot això, benvingudes siguin les persones com el Doctor Gajo, perquè sense elles, els éssers humans, amb les nostres pors, les nostres misèries i alegries estaríem molt més desvalguts per fer front a allò que ens terroritza.
Gràcies Doctor per tot el que va fer pels seus malalts. Segur que allà on vagi ara continuarà fent aquesta feina tan immensa.